miércoles, 3 de marzo de 2010

UN LIDER ANTE LA TORMENTA PERFECTA

¿Es Zapatero un buen consejero delegado? Expertos en liderazgo creen que comete grandes errores en la gestión de la crisis económica que sufre España. El primero, negar su existencia.
Su gran error es no haber reconocido que España está ante una crisis económica. Negarla primero y minimizarla después, a pesar de que compañeros como el comisario Joaquín Almunia llevan dos años advirtiéndole de la tormenta perfecta que se avecinaba. Y su gran fractura con la sociedad será el no haber transmitido la visión de un nuevo modelo económico para España. Ésta es la conclusión de un grupo de expertos en liderazgo empresarial a los que Capital les planteó un desafío: analizar el liderazgo de José Luis Rodríguez Zapatero ante la crisis desde el punto de vista empresarial.
Santiago Álvarez de Mon, Douglas McEncroe y Juan Carlos Cubeiro, los tres gurús consultados, repasan los claroscuros de la gestión del presidente del Gobierno, representado en la caricatura como el capitán de un barco frente a una ola que amenaza con engullirlo. En la elaboración de este reportaje también han contribuido personas que trabajaron o trabajan con Zapatero y que piden guardar el anonimato.
No les sorprende su actitud, están cansados de verlo en más de un directivo de empresa: la negación de una realidad tozuda. “El liderazgo consiste en transformarla sociedad, en iluminar y gestionar procesos de cambio. Y es difícil influir sobre una realidad que ignoras o recoges sólo fragmentos de la misma. La verdad puede ser lenta pero, como decía Séneca, llega con el tiempo”. El profesor Santiago Álvarez de Mon (Madrid, 1955) arranca su exposición con transparencia. A su juicio, Zapatero debe compartir la gravedad de la situación con sus compatriotas, identificar sus causas y proponer soluciones. Todo ello en función de su visión de España.
¿Qué país sueñas?
Álvarez de Mon imparte clases de Dirección de Personas en las Organizaciones en el IESE de la Universidad de Navarra. La cualidad que más admira en los líderes es su capacidad de soñar despierto y de tener una visión integradora, así como el talento y el carácter para llevarlo a cabo. Es ese I have a dream de Martin Luther King, quien en 1963 se convirtió en el portavoz de un sueño colectivo al proclamar que algún día blancos y negros serían iguales. “¿Qué país sueña Zapatero? ¿Con quién lo va a construir? ¿Al margen de un porcentaje sensible de su población? En la política no veo gente de talla estadista, que tenga un sueño inclusivo donde quepan todos. Y un líder empresarial incluye a todos, desde los accionistas a los clientes, profesionales y la sociedad en general”.
Soñar con un futuro mejor
Si Franklin Roosevelt no hubiera sufrido la polio a los 39 años, probablemente no habría sido tan gran presidente”. Douglas McEncroe ha investigado al hombre que sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión y cree que su parálisis fue clave en su liderazgo.
Recorrió numerosos centros sanitarios en busca de una cura y conoció la pobreza. “Sabía comprender el sufrimiento de la gente”, de ahí que cuando estalló el crack de 1929 diera una respuesta en profundidad con sus famosas reformas estructurales del
New Deal. Esa profundidad es la que McEncroe echa de menos en las medidas de José Luis Rodríguez Zapatero ante la crisis económica. “Salvando las distancias entre ambas crisis, Zapatero transmite una cierta ingenuidad.
En cambio, Roosevelt dijo la verdad, identificó los problemas con realismo, señaló el camino” e hizo ver a los norteamericanos que nunca estarían solos. “A lo único que debemos temer es al miedo mismo”, sentenció.
John F. Kennedy evitó la tercera Guerra Mundial durante la Crisis de los Misiles de Cuba, en 1962. Juan Carlos Cubeiro destaca que entonces se rodeó de las mejores mentes, desde militares a académicos. Todos se reunían, expresaban su opinión y fueron construyendo un entendimiento común que evitó el desastre.
El escritor Václav Havel es un líder admirado por Santiago Álvarez de Mon. Este intelectual comprometido dio con sus huesos en las cárceles comunistas y lideró la partición de Checoslovaquia tras la caída del muro de Berlín.
Havel tiene en común con Nelson Mandela o Winston Churchill el que los tres actuaron ante una realidad dura. “No se engañan, no se esconden, no minimizan la crisis. Hacen un diagnóstico crudo y su siguiente paso es que, en lugar de dispersarse o dimitir psicológicamente, se aferran a la esperanza y sueñan un futuro mejor: siguen creyendo en la condición humana”. Este año ha visitado la cárcel donde Mandela penó en condiciones infrahumanas. Y confirma su admiración por el líder surafricano, capaz de mirar hacia adelante. “Los tres no buscan chivos expiatorios, ni dilatan los compromisos. Son hombres de acción, seres libres que fabrican y diseñan sus respuestas desde un compromiso vital”.
Douglas McEncroe (Sidney, 1955) también coincide en que el presidente ha tardado mucho tiempo en reconocer la crisis, algo que atribuye “a una cierta ingenuidad, a creer que bastaba el ser optimista y positivo para afrontarla. Cuando hay problemas lo decimos claramente y definimos los retos. No tratamos a la gente como a niños”. Llegado a España desde Australia hace más de veinte años, el director de la consultora Douglas McEncroe Group lleva asesoradas más de cien compañías. Sostiene que Zapatero conoce el pulso del país, “está en contacto con las inquietudes de la sociedad moderna y por eso ganó las elecciones. Transmite optimismo, toma medidas valientes”, entre las que cita la retirada de las tropas de Irak o la paridad entre mujeres y hombres, “y es muy hábil políticamente pero no explica hacia dónde va la sociedad y no lo fundamenta en pasos concretos. Yo no veo el destino. Pide fe, pero me gustaría conocer su plan”.
Los especialistas echan en falta que durante los debates parlamentarios celebrados en septiembre pasado Zapatero no avanzara medidas profundas. En medio de una turbulencia internacional sin precedentes, con las familias y las empresas españolas endeudadas hasta las pestañas, en plena destrucción de empleo a cuenta de la crisis inmobiliaria, Zapatero proclamó en el Congreso que no habría medidas adicionales a las adoptadas hasta entonces, porque “no tiene sentido improvisar”. “¿A qué ha venido entonces usted aquí?”, le espetó Mariano Rajoy, el líder del PP, que tenía la pregunta escrita con antelación. “A dar la cara”, replicó Zapatero, mientras anunciaba “trimestres duros y complicados”, sin mentar la palabra maldita.
Sin estrategia a cinco meses
“Tiene la visión del país para los próximos 20 años, y también para los próximos 20 minutos, pero es incapaz de articular una estrategia a cinco meses”. Esta descripción del estilo de liderazgo de Zapatero no proviene de un militante del PP, como puede parecer en una primera impresión, sino de su entorno. Lo sorprendente es que esta persona añada que “ya no es ningún secreto para nadie: es caótico”. Para este socialista, el presidente aspira a una España laica, en la línea del republicanismo ciudadano que propugna Philip Pettit, su filósofo de cabecera, y desea un país tecnológicamente avanzado, “pero es incapaz de hacer un relato. Tiene el modelo, pero no consigue mostrarlo a un año ni verbalizarlo de manera constante”.
“El liderazgo está muy relacionado con el relato, con el storytelling, con incidir ante la sociedad española cómo será su economía dentro de cuatro años y los esfuerzos queha de hacer para lograrlo”. Juan Carlos Cubeiro (Madrid, 1964) suele repetir que sin ilusión no se va a ningún lado. Director de la empresa Eurotalent, Cubeiro ha asesorado al 80% de las 500 mayores compañías de España. “No veo a nadie que nos diga: éste es el camino. Se precisa generar una visión compartida, por ejemplo, dando más valor al talento. Se entiende la innovación, el I+D, como algo extraño, cuando consiste en dar valor al talento y a la educación”.
El presidente es descrito por sus asesores como un adicto al teléfono móvil, un político pendiente de las encuestas que le analiza su gurú desmocópico, el sociólogo José Luis Zárraga. “Es lo mismo que hacen algunos CEO para lograr un buen resultado a final de semestre: actúan conforme oscila la curva de la cotización de su compañía en la Bolsa”, sentencian Cubeiro y McEncroe. En contraposición, “grandes empresas como Google tienen una estrategia a largo plazo, que mantienen aunque haya un mal trimestre”.
Zapatero llama por teléfono al margen de la cadena de mando, desde un director general a un secretario de Estado, sin el conocimiento del ministro afectado. Todos los asesores consultados lo confirman. Así lo explica uno de ellos: “Le gusta disponer de la información sin intermediarios. Cuando hablas con él te sientes como el radio de una bicicleta, que no sabe la forma del resto de la rueda. Es el presidente y no debe compartir información que puede ser delicada. Cuando llama me pongo de pie y le digo: “Presidente...”
Los líderes empresariales saben elegir a los mejores para el puesto apropiado; su habilidad es sacar lo mejor de las personas, explican los tres expertos. Y así parece que hizo Zapatero cuando nombró a Pedro Solbes como vicepresidente económico.
Llegó al cargo rodeado de una estela de prestigio, no en vano fue el ministro que en 1993 sacó al país de la crisis económica. En agosto de aquel año proclamó ante el Congreso que España estaba en crisis y anunció medidas de austeridad. Devaluó la peseta, hizo aflorar el déficit público que estaba oculto.... Felipe González, entonces presidente, lo apoyaba y era su cómplice.
Solbes, desincentivado
Zapatero tiene a su lado a Solbes y al economista Miguel Sebastián, el ministro de Industria, por el que siente adoración. Pero ambos pugnan por hacer triunfar sus soluciones. El presidente acepta las ideas de uno u otro, mientras convoca a la Comisión Delegada de Asuntos Económicos o comparece en el Congreso. “Probablemente Solbes esté hoy más desincentivado que nunca, justo cuando más falta hace”, asegura una fuente de su entorno.“Para José Luis es importante que su liderazgo sea incuestionado”, revela otro ex asesor. “De tanto en tanto, desautoriza a uno, deja de querer a otro… No consigue complicidad y pocos le llevan la contraria. De ahí que su capacidad para captar información sea aleatoria.
“Tiene la visión del país para los próximos 20 años y para los siguientes 20 minutos, pero es incapaz de articular una estrategia a cinco meses”, dice un asesor.
CANCIONES PARA un líder 1 Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio (Joan Manuel Serrat). Se trata
de afrontar la realidad, que no es blanca ni negra. Para presentar los matices, nada como un análisis DAFO, empezando por las Fortalezas y Debilidades, Oportunidades y Amenazas.
2 Pintarse la cara color esperanza (Diego Torres). El líder ha de marcar la pauta, presentando un futuro tan ambicioso como realista. Inspirar a las personas para que se sientan responsables, arrimen el hombro, tengan claro el foco y se pongan a trabajar.
3 Ni una sola palabra, ni gestos, ni miradas apasionadas (Paulina Rubio). Tan malo es caer en la euforia durante la bonanza como hundirse en la disforia (y contagiarla). Serenidad.
4 Salta, salta conmigo, digo salta (Tequila): En momentos de crisis es cuando más hay que hacer equipo, generar sinergias, apoyarse unos a otros.
5 Hey, sólo pienso en ti (Víctor Manuel): En las crisis hemos de reforzar la orientación al cliente, quien paga nuestros productos y servicios. Hemos de superar sus expectativas, aportando valor, para que repita y hable positivamente de nosotros.
6 Cómo hemos cambiado (Presuntos Implicados). Nadie puede garantizar el éxito para sobrevivir a la crisis. Pero sí conocemos la fórmula del fracaso: pensar que el futuro es una prolongación del presente y del pasado. La crisis exige imaginación, creatividad, innovación.
7 Ahora es demasiado tarde, princesa (Joaquín Sabina): “Todo el fracaso de la humanidad se resume en dos palabras: demasiado tarde” (Douglas MacArthur). La tentación es esperar a que escampe. Cuanto antes se tomen medidas, mejor. Fomentar el orgullo de pertenencia (que es lo más eficiente), el talento (que es lo más productivo) y el foco estratégico (que es lo más competitivo).El especialista Juan Carlos Cubeiro extrae una moraleja: “Muéstrame un líder que se autoengaña, lento de reflejos, individualista, que no se centra en los clientes, que bascula entre el miedo y la euforia, que aplica fórmulas del pasado... y te mostraré a un perdedor. De algo podemos estar seguros: tras esta crisis habrá ganadores”.
Un año sin ‘maitines’
Zapatero prefiere las relaciones bilaterales y huye de las reuniones, lo contrario que su vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Es más, ha tardado un año en convocar una nueva reunión de su círculo de confianza para abordar la crisis. Son los llamados maitines que celebró en septiembre, tras las vacaciones. Allí estaban su primo, José Miguel Vidal Zapatero; su jefe de Gabinete, José Enrique Serrano; sus fieles Sebastián y José Blanco...
Álvarez de Mon ha visto muchos comités de dirección que se limitaban a obedecer a su presidente. Por el contrario, los líderes “crean lazos de confianza a su alrededor. Confían en sí mismos y en el talento que les rodea. Toda crisis pone a prueba el músculo físico, intelectual, psicológico y moral de la persona. Ahí es donde se produce el test de confianza. La crisis nunca deja indiferente: o te hace ser más fuerte o pone en evidencia tus debilidades”. ¿Cómo es un líder empresarial? Los especialistas describen a una persona que mantiene los ojos abiertos, es humilde y está en permanente contacto con la realidad. “Alguien que apuesta por el talento y diseña una atmósfera intelectual y emocional para convertir a su empresa en una comunidad de aprendizaje que, proyectado a España, implica preguntarse si tenemos el talento necesario, el sistema educativo adecuado, por ejemplo.
Claramente no, y lo sabemos todos”, apostilla Álvarez de Mon. Los otros dos gurús coinciden con él. Ese líder transmite optimismo, presenta los problemas tal cual son y muestra el camino a seguir. “No veo este realismo, no veo las respuestas profundas, quizá porque Zapatero está muy ideologizado”, aventura McEncroe. Cubeiro confía en que dentro del PSOE y del PP haya líderes que reflexionan estos días sobre el futuro de España. Porque sin ilusión no se puede ir a ningún lado.
Julia Pérez, periodista de la revista Capital Publicado en la revista Capital, el 26 de septiembre de 2008

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