miércoles, 3 de marzo de 2010

LA CRISIS, LA LIGA Y EL TALENTO

Estos días da miedo asomarse a los periódicos cada mañana, ante la avalancha de
noticias y opiniones sobre la crisis. Súbitamente la apocalíptica predicción del profesor Roubini de febrero pasado en “Anatomía de un colapso financiero”, (http://www.project-syndicate.org/commentary/roubini4/Spanish), anticipada en 2006 en cuanto a la burbuja inmobiliaria (http://nymag.com/realestate/features/21675/ ), se ha convertido en una realidad aún peor.
Hablan y hablan los técnicos, los empresarios, los políticos. Pero las preguntas de la gente de a pié son claras: ¿Cómo nos afectará? ¿Cuánto durará? Y como tal vez diría Woody Allen, ¿quién ganará la liga? Hay más preguntas comunes, ya matizadas por el sesgo ideológico o político de quien se las hace, referidas a cómo se ha originado y quiénes son los responsables.
Carezco de la cualificación, posición y conocimiento para sumarme a los expertos que exponen su opinión. En cambio creo que puede ser de algún interés contemplar la crisis desde un punto de vista diferente. Intentemos mirarla con ojos nuevos, sin poner nombres y apellidos a los actores (individuos, instituciones, países), situando en primer plano sencillamente a los invariantes de sentimientos, emociones y conductas que conforman lo que se dado en llamar “la condición humana”.
Personas que por otra parte han demostrado tener talento, han cometido graves errores que están afectando dramáticamente, y lo harán aún más en el futuro inmediato, a cientos de millones de personas. Estos errores han sido por acción o por omisión. ¿Qué puede haber desencadenado esta situación?
   
Los causantes de la crisis son personas, que han actuado movidas por las mismas emociones que las demás y han cometido determinados excesos  
No hay duda de que los causantes de la crisis (caso de que los haya…) son personas,
que han actuado movidas por las mismas emociones que las demás y han cometido determinados excesos, que por otra parte no son nada nuevo en la historia de la Humanidad. Así, estos días contemplamos cómo importantes actores del mundo económico y político, han caído en la avaricia, manifestada en la tendencia a ganar todo el dinero posible, sin límite ético alguno; la lujuria del consumo compulsivo de todo lo posible, con independencia de su necesidad y su coste, y otros compañeros similares.
Y el conjunto de las sociedades desarrolladas ha caído en el error de la impaciencia, de no controlar el deseo, de anticipar el disfrute de los beneficios futuros que la boyante economía permitía prever. Se entró así en una dinámica de apalancamiento hacia el futuro, pagando hoy con lo que íbamos a ganar dentro de tres, cinco, diez años, lo que a su vez hacía de combustible para que la máquina de generar riqueza fuera creciendo con más velocidad…hasta que las circunstancias han frenado abruptamente esta espiral supuestamente virtuosa de crecimiento y abundancia.
Los “sujetos activos” han antepuesto sus intereses a los de la colectividad, justo al contrario de lo que predicaba Marco Aurelio de que “lo que no es bueno para la colmena tampoco es bueno para las abejas”. Los “sujetos pasivos” se han lanzado a disfrutar de su patrimonio futuro, sin pedir cuentas a los “activos” por la ausencia de criterios razonables y de una supervisión orientada a los intereses generales. En una extraña conjunción de astros, se han puesto de manifiesto simultáneamente ausencia de ética y carencia de liderazgo en todos los niveles sociales.
Los gobiernos dependen al final de personas, con lo que los mecanismos que deberían haber sido de regulación, contrapoder y regulación han fallado tanto en sus predicciones como en su labor correctora de errores. Muchas grandes empresas sufren además de la disociación entre la propiedad jurídica, detentada por los accionistas, y el poder real que está en manos de los gestores, que a su vez, como se ha podido ver en muchos casos, actúan en su propio beneficio. La sociedad responde con desconfianza, que es el peor invitado de los mercados, y puede hacer inocua cualquier política de recuperación que no la disipe en primer término.
Se plantea así una ecuación entre talento, liderazgo y valores, que aparece como fondo de la crisis, y que tal vez sirva para darnos pistas sobre su solución.
El talento colectivo o social necesita para liberarse un liderazgo claro. El liderazgo debe sustentarse en la ética, y se ejercita de arriba hacia abajo. No desaparecerá la desconfianza hasta que no se perciba un liderazgo claro, tanto político como económico, arraigado en valores que conforman una ética compartida.
Sólo así se movilizará el talento que existe en nuestra sociedad en la dirección adecuada. Sólo así podremos dejar de estar preocupados por esta crisis que va a amargarnos unos años de nuestra vida, y podremos dedicarnos a especular sobre
cosas más divertidas, como qué equipo va a ganar la liga .
Manuel Nuevo, Director de Eurotalent Publicado en Expansión, el 8 de Noviembre de 2008

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