miércoles, 3 de marzo de 2010

EL ESPÍRITU DEL 2 DE MAYO

“¡Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses...esta maldita guerra me ha perdido!”, exclamaba Napoleón en su destierro de Santa Elena. Nunca llegó a comprender cómo había perdido contra un ejército netamente inferior al suyo. Y es que Bonaparte no se enfrentó a un ejército, sino a un pueblo. Supuestamente había descabezado al principal ejecutivo (la familia real) y esta situación, lejos de desanimar a los invadidos, les dio alas.
Dos siglos después, la historia se ha repetido varias veces… en el ámbito del deporte. Campeonato Mundial de Baloncesto Japón 2006, 3 de septiembre. En la final se enfrentan España y Grecia. 48 horas antes, el equipo nacional ha ganado a Argentina en un partido agónico por un punto (74-75), mientras los helenos han vencido contra pronóstico a los estadounidenses (101-95) con una defensa espectacular. Nuestro jugador determinante, Pau Gasol, líder en anotaciones y en tapones, se lesiona en un pie y no puede jugar la final. Sus compañeros se dejaron barba y lucieron camisetas de apoyo al lesionado, se juramentaron ante la “afrenta”… y España ganó 70-47, con una gran actuación de los otros once jugadores de la selección: Calderón, Navarro, Jiménez, Garbajosa, Cabezas, Sergio Rodríguez, Berni Rodríguez, Alex Mumbrú, Rudy Fernández, Marc Gasol y Felipe Reyes. Pau Gasol, sin jugar la final, se convirtió en el MVP (Jugador más valioso) del Mundial.
29 de junio de 2008. Final de la Eurocopa de fútbol, España-Alemania. David Villa es el máximo goleador del torneo, con cuatro tantos. Se había lesionado en ‘semis’ contra Rusia, un desgraciado tirón en el muslo derecho. Y ya se sabe: “el fútbol es un deporte que juegan once contra once y que siempre gana Alemania”, declaró en su día Gary Linecker. No en esta ocasión. La Roja se llevó el torneo, con gran sensación de dominio. De nuevo, nuestra selección ganó sin el supuestamente determinante. Casillas, Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila, Senna, Iniesta, Xavi, Cesc, Silva, Torres, Xabi Alonso, Cazorla, Güiza… Un equipazo. Y “el Guaje” se llevó el Pichichi.
Como no hay dos sin tres, del 21 al 23 de noviembre de 2008, España jugaba la final de la Copa Davis de tenis contra Argentina, anfitriona. Rafael Nadal, el tenista número uno de la ATP, medalla de oro de los Juegos de Pekín, 4 Roland Garros y su primer Wimbledon, 93 partidos disputados esta temporada (sólo 11 derrotas), tenía un problema en el tendón cuadricipital en su rodilla derecha. Nadal había ganado sus últimos diez partidos de Copa Davis. La decepción hizo mella en el equipo español. Sin embargo, a la hora de la verdad, la Armada se portó. Si bien David Ferrer perdió ante Nalbandián el primer partido, Feliciano dio la sorpresa venciendo a Del Potro, nuestra pareja de dobles (Feliciano y Verdasco) se impuso a los argentinos y Verdasco ganó a Ascasuso. Los “héroes del Mar del Plata” habían conseguido, contra pronóstico, la ensaladera. El antiguo profesor de un amigo mío solía enseñarle que una vez es casualidad, dos probabilidad y tres certeza. Es el espíritu del 2 de mayo. En todos estos momentos, el talento (capacidad por compromiso en el contexto adecuado) ha aflorado. Tenemos 14 tenistas españoles entre los 100 primeros del circuito. Tenemos 9 futbolistas en el “equipo ideal” de la Eurocopa. Aunque Navarro y Garbajosa han vuelto a Europa, contamos como cinco jugadores españoles en la NBA. En la guerra de la independencia, sobresalían líderes guerrilleros como “El Empecinado”, Espoz y Mina, Merino, “El Charro” o Vicente Moreno: nuestros “Curro Jiménez”. Es la potenciación del talento por coaches como Emilio Sánchez Vicario, Luis Aragonés (ahora, Vicente del Bosque), Pepu Hernández, Aíto, Maurits Hendricks, Juan Carlos Pastor, Anna Tarrés... Y sobre todo, el Quijotismo. Francia ha concebido a Napoleón o De Gaulle; Gran Bretaña, a Wellington o Churchill; España, a El Cid Campeador, Loyola o Don Quijote.
“Se entiende el quijotismo como la visión optimista del mundo y la práctica ortodoxa de valores morales y humanitarios considerados ciertos e indiscutibles por los hombres de bien” (Rolando Monterrosa). Es el altruismo, el idealismo, la caballerosidad, la generosidad. Ignacio Pérez-Laorga (EPISE) considera que si los anglosajones tienen su IQ (cociente intelectual), nosotros tenemos el nuestro: Índice de Qujotismo. Está en función de los ideales y de la acción productiva para alcanzarlos. Ignacio distingue entre los veletas (sin brújula ni motor), los aventureros (con motor pero sin norte), los soñadores (con brújula pero sin motor) y los auténticos Quijotes, que poseen ambos. A tal estado, Csikszentmihayi lo llamó fluidez: cuando las capacidades se elevan para alcanzar los retos deseados.
 
Rendir o rendirse, he ahí el dilema. Dejarse llevar por la corriente pesimista como víctima o convertirse en protagonista del propio destino.
Rendir o rendirse, he ahí el dilema. Dejarse llevar por la corriente pesimista como
víctima o convertirse en protagonista del propio destino. Sólo Francia, hace 44 años, ganó en la misma temporada las tres grandes citas ciclistas (Giro, Tour y Vuelta a España). Sólo Estados Unidos, en 1992, ganó Wimbledon, Roland Garros y la Davis. España, en este 2008, ha realizado ambas proezas a la vez; además de la medalla de oro olímpica en ciclismo en ruta, en pista y en tenis y en Beijing ha sido el segundo país con más podios masculinos por equipos (hockey, baloncesto, balonmano) además de las medallas de natación sincronizada, vela y kayak. Debemos sentirnos orgullosos. Es el espíritu del dos de mayo.
Rendir o rendirse, he ahí el dilema. Dejarse Juan Carlos Cubeiro, director de Eurotalent
Publicado en Cinco Días, el 13 de diciembre de 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario