miércoles, 3 de marzo de 2010

¿A DÓNDE VAN LOS VALORES? ELOGIO A NUESTRA RESPONSABILIDAD

William Shaskespeare nos dijo: “Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser”. Sabia frase que nos introduce en dos conceptos: el primero, que el futuro no está decidido, y el segundo, que siempre hay una oportunidad de mejorar.
Entonces, ¿qué nos depara el futuro?, ¿hacia dónde podemos pensar que van nuestros valores? Shaskespeare estaba en lo cierto: podemos conocer lo que “ahora” tenemos, podemos afirmar que el futuro se decide en el presente, con cada acción, con cada sueño y, sobre todo, con mucho optimismo en un mañana mejor. Hoy en día, el presente se enriquece con nuestros jóvenes, la tan cuestionada “Generación Y”. Estos chicos nacidos entre 1978 y 1989, educados en la era de Internet, empiezan a ser el catalizador de una nueva sociedad.
Hemos pasado por diferentes generaciones que, marcadas por su contexto histórico, social y educacional, han ido construyendo o destruyendo, quién sabe, lo que ahora es la generación del nuevo milenio. Según un estudio publicado recientemente por Adecco, vemos cómo lo que en realidad está en juego es un cambio profundo de los valores en relación al trabajo.
Los nacidos entre 1945 y 1979, es decir, los padres de nuestros profesionales, que crecieron en una cultura del trabajo, siendo para ellos inexistente la cultura del ocio hasta la década de 1970, son la denominada Generación del Baby Boom o Generación X. Según un estudio del doctor Julio A. Fonseca, esta generación se distingue por adaptarse mejor a los cánones que impone la sociedad y se ajusta mejor a las reglas de juego de sus padres. Para ellos, lo importante era el grupo, no el individuo.
A partir de la década de 1980 nos encontramos con “La Generación Y” (jóvenes entre 18 y 24 años) y, con ellos, la revolución en las relaciones laborales. A diferencia de sus progenitores, esta generación ha nacido al amparo de las nuevas tecnologías, de los sistemas de comunicación y de la TV. Su vida personal y su tiempo de ocio son tan importantes como el trabajo, buscan desarrollarse, modelos, alguien a quien seguir, –el profesor de IESE Paco Gay los ha denominado “aprendices en busca de maestros”– y hay que ofrecerles confianza, credibilidad, desarrollo y pautas claras. Ya no se conforman. Son la generación del ¿por qué?; no piden permiso, lo que algunos han interpretado como actitudes desafiantes y retadoras. Ya los ideales no son tan importantes y son más individualistas, su forma de sociabilizarse se desarrolla en la red, pero, curiosamente, para ellos la familia sigue siendo la faceta más importante de la vida. Para esta generación, valores tan arraigados en nuestra cultura como el esfuerzo, el trabajo, la fidelidad a la empresa, etc. van a la baja.
Walt Disney nos dijo: “Todos nuestros sueños pueden hacerse realidad si tenemos el valor de perseguirlos”. Así que yo no me conformo. Podemos cuestionar y criticar a estos jóvenes… o podemos construir juntos. Todos tenemos nuestros sueños, ellos y nosotros, cosas buenas y cosas mejorables, pero está claro que el futuro de nuestra sociedad y de los valores que resalten en ella no está sólo en sus manos. La Generación Y ha entrado en nuestras empresas, en cinco años podrán llegar a ser los directivos y mánager de nuestro país, y nosotros podremos ayudar a construir ese sueño, enseñándoles y guiándoles, al mismo tiempo que ellos nos aportarán nuevos valores y nos enriquecerán con una nueva visión.
Para la Generación Y, valores tan arraigados en nuestra cultura como el esfuerzo, el trabajo, la fidelidad a la empresa... van a la baja
Según Charles Handy: “Las empresas que sobreviven más tiempo son las que descubren lo que pueden darle al mundo en exclusiva, no sólo crecimiento o dinero, sino su excelencia, su respeto por los demás o su capacidad de hacer feliz a la gente”. En un entorno globalizado, en el que, como dice Juan Carlos Cubeiro, el talento es más escaso que el capital, debemos aprender a buscar algo “más”. Si además sabemos que la felicidad está muy vinculada a la motivación, y la motivación al compromiso y, por tanto, al talento (capacitación x compromiso), busquemos el sueño, construyámoslo. En nuestras manos está. Hagamos de maestros a una generación que aportará, seguro, mayores y mejores políticas de conciliación a nuestras empresas (vamos, que aunque no queramos, con la bajada de la natalidad, la situación de pleno empleo y la necesidad de talento que tenemos, o nos adaptamos o nadie querrá trabajar con nosotros), que nos ayudarán a todos a llevar una vida más armónica y, si esto es posible, ¿por qué no el sueño completo? Ellos serán los padres de las nuevas generaciones. Visto así, nuestro papel en el futuro es infinito. Vayamos a por “La generación V”.
Y ustedes me dirán, y ¿eso qué es? Pues aquella generación que se mueva por valores como la prudencia, el autodominio, la responsabilidad, la coherencia, la voluntad, la serenidad, la autoestima, el optimismo, el compromiso, la perseverancia…, y ese largo etcétera de palabras que han sido casi desterradas de parte de nuestra cultura.
“Somos lo que pensamos con nuestro pensamiento. Nosotros hacemos el mundo” (Buda); así que ¡a por ello! Dejemos de pensar en qué hacen los otros y pongámonos manos a la obra. No olvidemos que el futuro depende de nosotros y, sinceramente, creo que nuestros hijos se merecen este esfuerzo.
Nekane Rodríguez, Directora Territorial de Creade Adecco Human Solutions http://www.equiposytalento.com/tribunas/creade-adecco-human-solutions/a-donde-
van-los-valores-elogio-a-nuestra-responsabilidad, abril 2008

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