viernes, 26 de febrero de 2010

¿MEDIOCRIDAD O TALENTO? TÚ DECIDES

El mismo día en que se celebraba el combate de los supuestos “súper-héroes” de nuestro tiempo (Ronaldinho y Ronaldo, Raúl y Xavi, Beckham y Deco, Etoo y Zidane) tuve la ocasión de ver las
probables dos películas de estas navidades: en prémiere matinal, Los Increíbles (144 millones de dólares recaudados en sus diez primeros días de taquilla americana) y por la noche Bridget Jones: Sobreviviré (se ha estrenado con récord en seis países: Reino Unido, Australia, Hungría, Holanda,
Polonia y Croacia, superando en un 36% el lanzamiento de la primera parte) Aunque a simple vista poco tengan que ver la nueva aventura animada de los creadores de Toy
Story, Monsters y Buscando a Nemo con la secuela del diario de una insegura solterona de treinta y tantos escrito por Helen Fielding, desde el estudio de la naturaleza humana y la gestión de organizaciones, sus temas son francamente parecidos. La película de Disney-Pixar trata de Robert
Parr, un súper-héroe que, tras ser demandado por personas que no querían ser salvadas y ocultado por el gobierno, vive tristemente como empleado de una compañía de seguros. Su esposa, en tiempos la heroína “Elastigirl” demuestra también en la vida cotidiana una flexibilidad
fuera de lo común. La aparición de un malvado dispuesto a dominar el planeta provoca que Mr. Increíble y su familia aprovechen sus superpoderes. La cinta de Working Title (productora de
comedias románticas como Cuatro bodas y un funeral, Love Actually o la primera parte de
Bridget Jones) se inicia con el noviazgo de la periodista (Renée Zellweger) y Mark Darcy (Colin Firth), un prestigioso abogado de derechos humanos educado en Eton. Han pasado seis semanas
de intensa relación, y Bridget se pregunta: “¿Qué hay después de... “Y vivieron felices?” Ciertos equívocos, su propia falta de seguridad y la intromisión del pagado de sí mismo Daniel Cleaver (Hugh Grant) provocan que la Jones se debata entre dos amores. En palabras de Renée
Zellweger: “(su personaje) es una mujer que está buscando la felicidad tal como ella la entiende, que no tiene nada que ver con el ideal que tienen otras mujeres. Su victoria es conseguir el reconocimiento por sí misma, aunque no le ayude la tendencia que tiene a ser patosa y no saber
hablar bien en los momentos que debe hacerlo” Mr. Increíble poseía, quince años atrás, una identidad propia que ha perdido. Hoy a su jefe sólo le
preocupa “maximizar el valor para el accionista”, a costa de que no pagar las pólizas. Sus clientes no valen nada y sus empleados tampoco. Bridget Jones es una reportera sin identidad ni apenas autoestima. Trabaja para un directivo de televisión sin escrúpulos, que sólo busca aumentar la
audiencia. Ambos jefes tóxicos básicamente minan la confianza de Bridget y de Parr en sí mismos y en los demás, niegan su personalidad, exigen obediencia. Encarnan una cultura corporativa negada a la innovación y generan un clima laboral de desánimo y falta de cooperación.
Consideran la organización una excusa para defender el tedio y la mediocridad. Desgraciadamente, representan la idea de jefe que tiene la mayoría de los ciudadanos, en el extremo opuesto al liderazgo humanista.
La periodista británica y el héroe retirado que protagonizan estas películas han de recuperar la fe en sí mismos, abandonando la tiranía del estatus quo. Han de reconocer y aprovechar su talento,
las capacidades en las que destacan y apalancar desde ese punto de partida (“conócete a ti mismo”) para disfrutar de la relación con quienes más les quieren (la familia increíble; el abogado
Darcy y los amigos de Bridget). La autoconfianza como base de la empatía. Han de evitar las distracciones, los atajos que les proponen los supuestamente poderosos (el malvado Síndrome, en un caso; el exjefe Cleaver en el otro) y que les impedirían ser felices.
Llama la atención que tanto la regordeta Bridget Jones como el increíble Robert Parr son las mismas personas durante sus existencias semi-patéticas como seres mediocres y cuando ponen en movimiento sus mejores capacidades, cuando liberan su talento. Es el contexto (personal, de su familia/amigos y de la organización en la que trabajan) el que posibilita que las energías se mantengan estancadas o se activen con resultados extraordinarios. La inteligencia (racional-
emocional) como posibilidad de despegue. Ya lo decía Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia. Y si no la salvo a ella no me salvo yo”

AFRONTAR LA ADVERSIDAD
Probablemente el comportamiento humano da lo mejor de sí mismo, por paradójico que resulte, cuando las cosas vienen mal dadas. El profesor Santiago Álvarez de Mon, del IESE, ha escrito en “Frente a la adversidad” que el liderazgo es cuestión de carácter y nos propone en ese texto
ejemplos maravillosos, como el recientemente fallecido Christopher Reeve, que se convirtió realmente en Superman al luchar a brazo partido por una esperanza para los tetrapléjicos, o Lance Armstrong, Andrea Buccelli, Joseph Carreras, Vaclav Havel o Nelson Mandela. Muestras de
lo mejor del género humano en circunstancias especialmente dificultosas.
La película de Tod Williams “Una mujer difícil” (The door in the floor), basada en el primer tercio de la novela del mismo título (A widow for one year, en su versión original) nos presenta posiciones con menor grandeza, pero con mayor habitualidad, de enfrentamiento a lo adverso en una
encrucijada vital. Trata de una familia que fue feliz pero que ha dejado de serlo. Un escritor de cuentos para niños, Ted Cole (Jeff Bridges) y su bella mujer, Marion (Kim Basinger) viven una tragedia que cambia para siempre sus vidas. Responden a ella refugiándose en su casa de la
playa de East Hampton, en el estado de Nueva York y cuidando a la hija que les queda, Ruth, de tan solo cuatro años. Marion opta por la soledad, por la depresión. Le vence la pena. Su marido Ted, apuesta por el cinismo, por una alegría sin fondo. La llegada del joven Eddie, proveniente de
la misma universidad donde estudiaron los Cole y contratado como ayudante del escritor, puede ser una oportunidad para cambiar las cosas. De cómo respondan sus anfitriones, en proceso de separación, dependerá el resto de sus vidas.


Probablemente el comportamiento humano da lo mejor de sí mismo, por paradójico que resulte, cuando las cosas vienen mal dadas.
El joven Eddie idolatra a Ted, pero se da cuenta de que la adversidad le ha derrumbado. Apenas
escribe, y se entretiene pintando a chicas jóvenes y no tan jóvenes de la localidad. Marion es aparentemente frágil pero realmente posee la anticipación y el atrevimiento que no advierte en
Ted. Con ella vivirá una relación especial. Ted y Marion se sienten incapaces de cerrar la puerta del pasado y mirar realmente hacia delante: están paralizados, se destruyen entre sí aunque el espectador -y el lector- sabe que se necesitan. Al final de la película descubriremos por qué Ted
ha contratado para el verano a Eddie y que el escritor posee, como en uno de sus mejores cuentos infantiles, una “puerta en el suelo”
Presentada en el festival de San Sebastián, “Una mujer difícil” es una película a la europea realizada en Estados Unidos. Un guión con un “tempo” exquisito, a la vez fiel al texto y absolutamente propio, personajes muy complejos, magníficos actores y una banda sonora
altamente adecuada para mostrar las experiencias emocionales. John Irving, autor de numerosas novelas llevadas con éxito a la gran pantalla (El mundo según Garp, El hotel New Hampshire, Las normas de la casa de la sidra) comenta: “Creo que uno de los aspectos más interesantes de la
literatura consiste en describir cómo las personas se sobreponen a los problemas; cómo se recuperan, o no se recuperan, de lo que han perdido” La novela de John Irving, una mezcla de comedia y drama, es en realidad la historia de Ruth Cole, que en aquel verano del 58 que relata la película tenía apenas cuatro años. Es la que “escucha el
ruido de quien no quería hacer ruido”. Es quien sabe afrontar desde la inteligencia de su infancia el accidente mortal de sus hermanos mayores. Es la que pierde a su madre, que huye incapaz de vivir con la angustia de que la tragedia pueda volver a aparecer. Es quien se queda a vivir con su
padre, manteniendo una relación amor-odio que la consagrará como escritora. Ella es la meta final de todo este viaje. Tod Williams, el director de la cinta, dice que el amor se define por su sombra: la pérdida. Pero también por sus frutos. En la película, Ruth aparece como un personaje
secundario, de una sabiduría y fragilidad impresionantes; sin embargo, las decisiones de sus padres respecto a sus vidas tienen principalmente un impacto en la de ella. Ruth y su proceso de desarrollo son, a lo largo de la película y de su continuación en la novela, el mejor homenaje a los
que no están y el foco en el que Ted y Marion, sus progenitores, deberían haber ofrecido lo mejor de sí mismos.

Juan Carlos Cubeiro, director de eurotalent

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