viernes, 26 de febrero de 2010

HACER DE LA INJUSTICA ALGO BANAL

El pasado mes fui a ver el documental más galardonado y taquillero de la historia: Fahrenheit 9/11, de Michael Moore. Si los datos que el film da como ciertos (que su Presidente pasó de vacaciones el 42% de los primeros nueve meses de mandato, que su fortuna familiar se debe a los saudíes y en
especial a los Bin Laden, que tras los ataques a Afganistán e Irak se esconden los intereses de un gasoducto, del presupuesto militar y de las reservas de crudo, entre otros), debería haberse actuado a nivel internacional. Si no lo son, Moore debería estar entre rejas. Lo más grotesco es que
la respuesta sea mayoritaria sea la indiferencia. En un excelente libro, Neomanagement. Jefes tóxicos y sus víctimas, Iñaki Piñuel cita a René
Girard: “Para favorecer la violencia colectiva, hay que reforzar su inconsciencia. Y, al contrario, para desalentar esa violencia, hay que mostrarla a plena luz, hay que desenmascararla.” Ciertamente. El profesor Piñuel, nuestro mejor experto en mobbing, llama neomanagement al
capitalismo salvaje, en la que muchas personas son sacrificadas como víctimas por la maximización del beneficio. Este modelo económico, nos cuenta Iñaki, se ha convertido en la “nueva religión”, en el paradigma social (programas de televisión como El rival más débil,
Operación Triunfo o Gran Hermano dan prueba de ello) de “búsqueda de notoriedad, menosprecio y falta de respeto a la dignidad y culto a la exclusión como mecanismo regulador
de la organización social”



El profesor Piñuel, nuestro mejor experto en mobbing, llama neomanagement al capitalismo salvaje, en la que muchas personas son sacrificadas como víctimas por la maximización del beneficio.
En esta situación, los “recursos humanos” son medios sacrificados a un fin mayor (los recursos no se atreven a reivindicar derechos), se distorsiona el lenguaje (conceptos como trabajo en equipo o
compromiso pierden su significación original), se promueve a “jefes tóxicos” y se utiliza el conflicto como herramienta básica de gestión. Según el barómetro Cisneros, en cinco de cada seis casos
de acoso psicológico, las víctimas sufrieron la indiferencia de sus compañeros de trabajo. “Algo habrán hecho”, pensaron para descargar sus conciencias.
Los jefes tóxicos, siguiendo a Piñuel, son directivos sin talento que actúan a la defensiva, presumen de tener a sus subordinados en tensión y fomentan prácticas autoritarias. Las consecuencias de la
“dirección por amenazas”, la incomunicación y la desconfianza de estos jefes son el estrés (que supone el 70-90% de las consultas de atención primaria), la adicción al trabajo (los
“workahólicos”), el mobbing o acoso psicológico (que afecta al 11% de los trabajadores españoles) y el “burnout” o síndrome del trabajador “carbonizado” (con agotamiento emocional, desinterés hacia las personas y sentimiento de improductividad). Estos entornos tóxicos “van a ir
exterminando el libre pensamiento, la creatividad, la solidaridad, la igualdad de oportunidades para todos, el principio de mérito y capacidad y, por supuesto, la ética individual y organizativa”
Asunción, Paraguay; 1 de agosto de 2004. Se declara un incendio en el supermercado Ycuá Bolaños. El dueño y los gerentes deciden cerrar las puertas del local para evitar el pillaje. El resultado: 423 fallecidos, 172 de ellos menores de 16 años. El suceso dejó de ser noticia a los tres días.
Ni en las historias de Fahrenheit 9/11, ni en el neomanagement ni en la masacre de Ycuá Bolaños hubo conspiración alguna. Sólo unos cuantos sujetos desalmados que anteponen el beneficio a la dignidad –incluso a la vida- humana. Y la mayoría de los ciudadanos que preferimos mirar a otro
lado cuando eso ocurre.
Juan Carlos Cubeiro, director de eurotalent Publicado en Expansión & Empleo el 18 y 19 de septiembre de 2004

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