jueves, 25 de febrero de 2010

EL LIDERAZGO BUENO

“Un presidente que se pone una cazadora de aviador y va a un portaviones no es un patriota. Antes del 11-S, Bush
no hizo lo que tenía que hacer para que estuviéramos más seguros, y después del 11-S nos llevó a una guerra a la que no
había que ir. ¡No fue patriotismo, fue mal liderazgo!”
Ex general Wesley Clark
Como decía mi colega Juan Carlos Cubeiro en su artículo Productividad y Calidad Directiva
“Admitámoslo: España es el único país de la Unión Europea que ha descendido en productividad desde 1995. Así lo señalan los estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el
mercado laboral en el mundo. No es tanto por horas trabajadas (los españoles dedicamos 1.815 horas anuales, 10 menos que los estadounidenses, frente a las 1.340 de los holandeses) ni por utilización de nuevas tecnologías (Grecia, que no nos supera en este capítulo, ha crecido en
productividad por encima del 4% el año pasado), sino por algo más sutil, intangible e impactante: la calidad directiva, donde estamos –aunque no nos agrade reconocerlo- a la cola de Europa, con excepciones notables”.

¿Qué le falta al directivo español? ¿Preparación, dedicación, habilidad, constancia? Desde luego que no. Sin embargo, además de la baja productividad, los nubarrones se están acumulando:

1. El fantasma de la deslocalización renace con fuerza en Cataluña con Panasonic, Philips y Samsung ¿recuerdan la fábrica de Gillette en Sevilla? Samsung cerró ya hace unos años una planta en Corea del Sur y trasladó su producción a una nueva que abrió en el Reino
Unido para aprovecharse de sus costes laborales más bajos...

2. Los productos europeos no pueden competir hoy en precio con los de los países emergentes y lo podrán hacer menos en el futuro según se vayan desarrollando éstos,

liderados por los gigantes chino, brasileño, ruso e indio. Tampoco podrá hacerlo España que ya está notando pérdidas efectivas de pedidos a favor de alguno de éstos (por ejemplo, pedidos de gres porcelánico a favor de China)... y la presión arrecia, como se
demostró en la frustrada última ronda de la Organización Mundial del Comercio o con el último dato de paro que ha crecido en 50.000 personas.
3. El escenario se complica aún más para los actuales países de la Unión Europea con la incorporación a partir de mayo de este año de diez nuevos estados (Chipre, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Republica Checa, y Eslovenia) todos ellos con un

nivel de rentas inferior al español, lo que provocará más pronto que tarde un recorte en la que ha venido siendo la fuente de financiación de nuestro mayor crecimiento relativo, respecto a los principales países comunitarios: las ayudas y subvenciones de la CE.
4. Para paliar los efectos negativos que la ampliación supondrá sobre las ayudas, España debería haber participado, junto a los principales socios comunitarios, en su apertura hacia el mercado del este europeo, pero no lo ha hecho. Sí ha apostado fuerte y
acertadamente por el mercado iberoamericano, pero ha descuidado el mercado que surgirá en los nuevos países de la Unión, hecho imperdonable para un país que ha basado
su desarrollo precisamente en este extremo. El otrora famoso diálogo norte – sur está ya dando paso a la competencia este – oeste, con una traslación inexorable e incluso justa de inversión creciente en el este, además de la focalización de ayudas comunitarias, que
se restarán inexorablemente del oeste (en concreto, de España).
¿Cómo afrontará el directivo español estos nubarrones, tan cercanos aunque hoy silenciados por la proximidad de las elecciones legislativas de marzo? ¿los sabrá hacer frente y mejorar o se
dedicará a la calamitosa tarea de evaluar las pérdidas y gestionar recortes? El ex general Clark propone “un nivel más elevado de liderazgo”, propuesta que desde Europa vemos con escepticismo, porque antes que cargar sobre el líder la responsabilidad de la situación, preferimos
afrontarla –decimos- desde el equipo.

Sin embargo, ¿hasta qué punto no camufla esta visión una falta de asunción de responsabilidad individual por parte del directivo? ¿algún directivo piensa todavía que liderar es sólo el trabajo del
Presidente, Consejero Delegado o Director General? Veamos...

Europa sólo podrá paliar su inferioridad en costes compitiendo con productos y servicios innovadores y de calidad, y estas cualidades dependen por completo de las personas que los
producen o prestan. El éxito de la empresa depende por tanto del desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes adecuadas de los actores... y de algo más...

Se dice que un buen jugador de fútbol depende de sus condiciones; pero un verdadero crack, evidencia, por supuesto, unas grandes dotes personales. Lo que de verdad le diferencia es su visión del juego, su capacidad de reconocer el entorno en cada momento y adaptarse a él de
manera instantánea. ¿Cuántos jugadores dotados no se pierden en partidos mal planteados o jugados en condiciones adversas? La cualidades personales importan, pero la capacidad de manejar los entornos (liderazgo) supone elevar esa importancia al cuadrado.

Por otro lado, liderar en estos nuevos entornos resulta muchas veces paradójico, lo que dificulta aún más la toma de decisiones. Así sucede, por ejemplo, con el fenómeno de la globalización en el terreno de la agricultura: un liberal como Jean-François Revel reflexiona de la siguiente manera
“La globalización es el camino. Los países del Tercer Mundo no tiene otra posibilidad para su desarrollo que esa globalización que los integre en el comercio mundial. El movimiento
antiglobalización está compuesto por los herederos de un marxismo desaparecido.. no proponen nada... y se aprovechan de la globalización... Y además impiden el desarrollo del Tercer Mundo. Costa de Marfil no necesita proteccionismo para competir en el mercado norteamericano con el
algodón subvencionado de los Estados sureños. Lo que necesita es lo contrario, su abolición... Yo calculo que cuando voy a comprar una verdura la pago cuatro veces...”



Bueno está, pero ¿cómo conseguir entonces una agricultura ecológica, de calidad; unos tomates que sepan a tomate? ¿hay que renunciar a hacer agricultura en Europa? El agricultor y activista
José Bové podrá estar equivocado en sus planteamientos, pero me temo que en este desafío va a tener de su lado a alguien más que a “los herederos de un marxismo desaparecido”. Por otro lado, aún compartiendo la reflexión de Revel sobre Costa de Marfil, la realidad muestra que mientras las
barreras arancelarias de este país sucumben a las presiones del FMI y del Banco Mundial, el algodón estadounidense sigue subvencionado, lo que significa en la práctica que los habitantes
de Costa de Marfil son ahora más pobres que hace diez años.

¿Está el directivo español preparado para competir en este entorno, pletórico de novedades e incertidumbres? Desde la competitividad queda claro el diagnóstico: “...salvo excepciones
notables, no”. Habrá entonces que repensar lo que significa liderar y conectar quizá con la idea del ex general Clark “un nivel más elevado de liderazgo”, determinando su contenido, siempre adecuado a la cultura europea...

El ex general Clark propone
“un nivel más elevado de liderazgo”.
Por lo pronto bastaría con haber formulado bien la cuestión y conformarse con justificar el título y con responder a una primera pregunta ¿para qué un liderazgo bueno? El título evoca un movimiento filosófico, de bastante actualidad que pretende indagar acerca de qué podría ser la "vida buena"
1
en la práctica de los humanos, como nosotros buscamos la forma de liderar buena para afrontar con éxito el reto del trabajo.
La pregunta ¿para qué?, según Savater, se refiere propiamente a la intención del sujeto agente, es decir, a lo que se propone o pretende hacer. En la búsqueda de un nivel más elevado de
liderazgo, el liderazgo bueno, la respuesta sería la de siempre: para conseguir crecer de forma sana, puesto que en una economía tan abierta es la única forma de subsistir. A este respecto,
Jeffrey J. Fox en su libro “Cómo ser un galáctico del márketing” propone siete palancas del crecimiento:

1. Introducir nuevos productos e innovar. 2. Añadir nuevos consumidores finales en los mercados actuales, en los mercados nuevos y
en nuevos ámbitos geográficos. 3. Vender a los clientes actuales aplicaciones nuevas de productos existentes.
4. Reducir las bajas de clientes. 5. Subir los precios. 6. Encender una vela y rezar para que aumente la demanda.
7. Hacerse con empresas.

Queda pues planteado el reto de conseguir un nivel más elevado de liderazgo; de lograrlo

dependerá que pueda hacer buena en su empresa “la parábola del precio según el valor” que también nos cuenta Fox en su libro: le sucedió a Pablo Picasso cenando en un restaurante de moda de Nueva York. Una entusiasta suya le suplicó que le hiciera un dibujito. Picasso accedió e
hizo un bosquejo. Cuando la mujer alargó la mano para hacerse con el dibujo, Picasso dijo: “Señora, son 10.000 dólares”. Sorprendida, la mujer contestó: “Pero si sólo le ha costado cinco minutos” . “No, señora”, replicó Picasso. “Me ha llevado cincuenta años”.


1

Hay que buscar la forma de liderar buena para afrontar con éxito el reto del trabajo.

José Antonio Sáinz, director de eurotalent.



. La filosofía occidental ha discutido sistemáticamente acerca de cuál es el sumo o principal bien para los hombres (si el placer, o la virtud o la felicidad o la utilidad) y sobre cómo probar, si es que se puede probar, que lo que habitualmente consideramos "bien" o "bueno" lo es realmente y cómo lo es para todos (universalmente).
Existe además en Ética toda otra tradición, mas fragmentaria, alimentada por moralistas, ensayistas, filósofos y literatos; y más próxima, por ejemplo, a las tradiciones éticas orientales, y a la que hoy, sin duda, damos mucha más import ancia incluso en los estudios académicos: la tradición ética de la sabiduría fragmentaria y aforística, alusiva, acerca de la vida buena del ser humano, que tiene su origen en los sofistas y en los cómicos griegos, que continúa con los estoicos
y los epicúreos, que se prolonga luego, en los orígenes de la modernidad, a través de Erasmo, Thomas More, Montaigne, Etienne de la Boetie, y, en los siglos siguientes, en las Máximas de La Rochefoucauld, en los Caracteres de La Bruyére, en el Oráculo manual y en el Criticón de Baltasar Gracián, en la obra de Shakespeare, en los enciclopedistas franceses, en el marqués de Sade (Justine ou les malheurs de la vertu,1791), en Goethe (Máximas y reflexiones), en Leopardi (Zibaldone), etc.

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